Si me
hubiesen dicho que yo iba a terminar bañando viejitos pellejús, JAMAS lo hubiese
creído…
Hace
algunos años atrás cuando abuelo comenzó a olvidar pequeños detalles, cositas
triviales que a cualquiera se le escapan, jamás se nos ocurrió que era el
principio de un largo y doloroso camino por recorrer. Este tema es uno bien doloroso y a veces
hasta difícil de hablar sin que el llanto me ahogue. En mi opinión se debe hablar más, mucho más
sobre el Alzheimer.
Anoche
estaba viendo los Oscars. No sé cuantos se identificaron con la canción
de Glenn Campbell interpretada por Tim McGraw.
Confesión: Hasta anoche no tenía idea de quién es Tim McGraw ni quien
era Glenn Campbell. Ambos son cantantes
de música country. El cantante Glenn Campbell fue diagnosticado
hace cuatro años con esta odiosa enfermedad.
Después de muchísimos años de una carrera exitosa decidió hacer un
documental de su proceso y escribió una última canción para su esposa y sus
hijos , con el propósito de decirles cuanto los amaba antes de olvidarlos.
La canción I’m Not Gonna Miss You, cuya primera
estrofa es “I’m still here, but yet I’m
gone” (aún estoy aquí, pero ya me
fui)… perdóname. Puse el video de la canción, es bien emotivo (busquen Kleenex). Espero que lo disfruten.
En el transcurso
de los años he visto como abuelo se ha ido consumiendo. Hace cinco años, todavía tenía su memoria y
aunque los nombres se le escapaban en ocasiones, estaba todo bien. Recuerdo que a abuelo siempre le ha encantado
pellizcar a las personas, particularmente con los dedos de los pies. Pobre de ti si bajabas la guardia, se te
pegaba como quien no quiere la cosa y fuípiti, te llevaba el canto. Yo fui su víctima muchas veces, una de
muchas; somos 11 nietos sin contar los 7 hijos.
Imagino a mami y a mis tíos con pellizcos por todos lados. Piensen en Daniel el Travieso pero viejo, era
como un chamaquito maleto. Siempre joven
de corazón.
Cuando Gabo
nació, abuela lo cuido un tiempo, abuelo se sentaba en la sala todas las tardes
a velarlo. Le decía “Mi Chulito”, aunque dudo mucho que supiera
quién era. Imagino que veía a un niño,
igual que él, se emocionaba cuando llegábamos a la casa “llegó mi chulito” decía. En una ocasión hasta lo sacó del corral porque
Gabo estaba llorando y se lo sentó al lado.
Cuando mi
hijo tenía dos años era cuando mejor se llevaban, fue una de las mejores etapas
de mi hijo. Se entendían muy bien. Es como si fueran pares. Caminaban de la mano, Gabo llevando a su
bisabuelo, se compartían las galletas y en las tardes que no los podíamos ver
Gabo me decía que abuelito necesitaba su besito.
Abuelo todavía
hablaba y se acordaba de varias cosas, pero con el pasar de las semanas empezó
a sustituir la verbalización con erutos o tarareos. Si le hacías una pregunta sencilla, recibías un
si o un no por contestación. Si le
preguntabas su nombre te lo decía, pero ya no se acordaba de los nombres de
nadie, excepto por abuela y mi tía.
Se ha ido
gastando, como le digo a abuela. Es como
una velita que se va consumiendo poco a poco hasta que se apaga. No estamos listos para que se apague todavía.
Es difícil entender
y aceptar que abuelo ya no está… está su cuerpo, que veo a diario y que mi
hijo ve a diario y le pide la bendición aunque abuelo no la conteste. Ya no habla, solo llora o se ríe o se
mantiene en silencio. Es triste verlo así. Come bien, pero esta flaquito y abuelo
siempre fue un hombre grande y gordo y fuerte.
De la cepa de Corozal, bien fajón y nunca conformista. Ya casi no camina, su balance no es el que
era. Hace un año, el Dia de Reyes, le dio un derrame y perdió
la vista, solo ve sombras por un ojito y tambien lo cuidé lo escribi en mi post It's my turn... because I want to .
No todos
los nietos estamos presentes, pero los que estamos hacemos nuestra parte. Hay que ayudar a abuelo a levantarlo para
prepararlo, darle desayuno, cambiarle el pañal, bañarlo, en fin todas las cosas
que hacemos con un bebé. ¿Sabes lo difícil
que puede ser darle un baño a alguien que no te conoce? ¿Dejarías que un
extraño te bañe? Pobre abuelo, a él lo bañamos diferentes extraños, abuela,
mami, titi, yo y a veces se enoja.
Lo único que
no se le olvida es el café. Dentro de su
llanto o ataque de risa hay que hablarle fuerte para llamar su atención. ¿Quieres café? Su contestación siempre afirmativa. Siempre le gustó su tacita de café de las
tres de la tarde. Cuando era pequeña (o
sea ayer), me decía Lucy tráeme dos deitos de café. Esa era su medida, dos deitos, dejándome
saber que quería un poquito. Yo tenía
como ocho o nueve años y buscaba el vaso para café (en casa se usaban vasos
sanitarios) y marcaba con mis dos dedos (índice y corazón) la medida para
servirle.
Son tantos
los recuerdos que me invaden, los viajes a la playa en el Jeep Willie, ir a la tiendita de los
dulces, el pesito de los viernes, darnos cada gusto posible. Así era abuelo, alguien que quería siempre complacer
a sus nietos, vernos felices. Tuvo sus
fallas, claro que si, muchísimas, ¿quién no?
Yo escojo siempre recordar lo bueno; una lección que aprendí del papá de
Gabo: “lo bueno siempre sobre pesa lo malo”.
No hay un libro de cómo ser padre, ni como ser abuelo y abuelo a mi
entender hizo un excelente trabajo como abuelo.
Ese es mi
viejito, al que nunca pude darle la dicha de verme casada como él hubiese
querido pero al que le di más que un biznieto.
Le di un amiguito de travesuras cuando más lo necesitaba. Ahora mi Gabo está creciendo y abuelo se ha
ido quedando en su mundo, y aquí seguiré con él aun cuando él ya no está.
Te amo
abuelo.