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l verano comenzó con el
pie derecho en la casa Rosado. LG se
graduó el viernes con Alto Honor, lo cual tiene a mamá muy orgullosa. Ayer la abuela viajera regresó a los Estados
Unidos a hacerle compañía al abuelo. Hoy
nos tocó ir a recoger los materiales que sobraron, los libros y libretas y el
informe de progreso. Demás está decir
que terminó el año con un dominio muy sobresaliente de las destrezas del
kindergarten.
El plan original era ir
de playa cuando saliéramos del colegio.
El calor monumental que está haciendo estos días no me deja ni
concentrarme por lo cual la idea de ir a achicharrarme a una playa no pasó por
mi mente. No obstante, nos fuimos al
parque lineal a caminar juntitos un rato.
Siempre me ha gustado ir a caminar con él. Es nuestro rato para conectarnos madre e
hijo. El me cuenta sus cosas, hacemos
carreras y monerías; simplemente la pasamos bien.
Cuando comenzamos
nuestra caminata, la meta era caminar una hora, nos distrajimos con unos mangós
que estaban en el piso. Checamos el
primero y estaba feíto, pero el segundo estaba bueno. Antes de que nos diéramos cuenta ya teníamos
como ocho en las manos, así que volvimos al carro para guardarlos. Comenzamos a caminar de nuevo y recogimos dos
o tres mas antes de percatarnos que había algo mirándonos. Claro que la naturaleza es perfecta, así Dios
lo hizo todo, y los animales tienen una capacidad para pasar desapercibidos que
es increíble. Tan concentrados estábamos
que cuando la vimos estábamos bastante cerca de la gallina de palo, que
observaba como LG y yo cogimos los mangós que probablemente ella se comería. Salimos corriendo para el carro sin mirar atrás
y muertos de la risa (claro por el susto de ver semejante bestia tan cerca)
para guardar los mangós.
Decidimos caminar para
el otro lado. Y como la caminata estaba poniéndose pesada, empezamos a competir
a ver quien llegaba primero al zafacón.
El que ha visitado el parque lineal sabe que hay muchos zafacones. LG siempre llegó primero, el corre todo el
tiempo. Mamá con 150 libras de más no
corre tanto como le gustaría, pero la pasamos bien. Mas me gustaba ver la gente que le sonreía cuando
nos veían compitiendo y él, que es mi entrenador personal dice “dale que tú puedes
mamá”. Priceless.
En el parque tienen un gimnasio
al aire libre. LG y yo decidimos que lo
usaríamos cuando termináramos de caminar.
Ah! Pero la vida tiene su propio plan y cuando entrábamos al área de las
máquinas adivina quien estaba allí. La
iguana o más bien las iguanas. Tres de
ellas, como de mil pies (realísticamente 3-4) comiendo mangós. Frenamos en seco y quedamos
petrificados. Yo de pánico y LG porque
quería verlas. Cuando se percataron que
tenían audiencia, corrieron a subirse a los árboles y mamá agarró a LG y corrió
en dirección opuesta. Suficiente
emociones para la mañana.
Terminamos
la mañana con un delicioso almuerzo que papá nos invitó. Cuando llegamos a la casa a LG los ojitos se
le cerraban. Nos dimos un duchazo y lo
acosté para la siesta y mamá también aprovecho.
Una mañana espectacular, habrá que ver que aventura nos trae el día de mañana.
Buen dia,
Lucinés
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